El periodista del New York Times escribió su artículo con bastante mala fe, pero sobre todo con un desconocimiento craso de la naturaleza y la magnitud actuales de las economías ilegales y del crimen que proliferan imponiendo su esclavitud en extensos territorios de nuestros campos y ciudades.
No estaban ni tibios los funcionarios de la embajada americana el día que creyeron asistir a la máxima expresión de la doble moral de la mamertería criolla cuando Petro, solazándose en su naturaleza, delataba como pertenecientes a las FARC a sus compañeros de bancada.
Los corazones de los franceses ardían mientras miraban, perplejos, cómo Notre-Dame de París se retorcía implorando bajo las flagelaciones inclementes de las llamas.
17 Abril 2019
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